Me acerqué y vi en el suelo a dos personas sin vida. Yo conocía a ambos. Los dos conocí, y conocería, significó y significaría, algo particular en mi vida. No sabía que había sucedido, pero allí me encontraba yo observándolos desde un lado.
Hacía unas semanas atrás me había preguntado si yo tenía permitido utilizar un conjunto de palabras que yo temía pronunciar; quizás por temor, o por no sentirme suficientemente capaz, o no tener el honor y la fortaleza para usarlos. Pero en ese preciso momento las necesité tanto.
Y las pronuncié. Cada una de ellas, hasta formar la frase completa. Con poder, amor y dominio propio. Al finalizar exclamé:
“Levántate”.
Y tú te levantaste y volviste a la vida.
La otra persona se difuminó en el recuerdo de su existencia.
En algún momento desperté.
Abril 2017
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