Tuve un viaje en tren por el bosque. Fue un viaje algo incómodo, ya no recuerdo bien por qué, tampoco sé hacia donde iba. Yo creo que viajaba (como suelo hacer algunas veces por la noche) al futuro.
Cuando me tocó regresar ya era muy tarde, y no había tren. Entonces decidí caminar por la carretera. Era de noche, no había luz alguna, y mi instinto guiaba mis pasos. A mi alrededor se elevaban los árboles. La carretera estaba vacía y yo me encontraba sola.
De pronto mis zapatos comenzaron a hacer un ruido extraño, y era porque estaban caminando sobre algo pegajoso que en un principio no reconocí. A medida que avanzaba, mis zapatos se fueron pegando a aquel líquido sobre el asfalto. Y entonces lo reconocí. Se me aclaró la escena y vi la carretera teñida de sangre, y yo caminaba sobre ella. Era horroroso.
Unos pasos más allá vi la causa, y aunque poca relación tenía, lo comprendí de inmediato: Me encontraba ante un vehículo, cuya parte delantera había estallado contra una pared al borde del camino. Estaba apagado, el accidente había sido reciente. Las puertas delanteras del sedán se encontraban abiertas. No pude ver al conductor, cuya sangre yo venía pisando.
Fui llevada otro escenario.
Había viajado en bus urbano a un lugar cerca de mi casa, y de regreso, al atardecer no pude volver a tomarlo, pues habían cortado el tránsito.
Caminé a orillas de la carretera junto a las demás personas que también debían ir a pie. A medida que bajábamos el cerro se iban comentando que el tránsito fue cortado por un accidente en la ruta. Estaba anocheciendo.
Y entonces lo vi de nuevo, tal cual, sin diferencia; El conductor había estallado contra la pared, tiñendo el camino con su sangre, y yo no lo pude ver dentro de su vehículo abierto.
Desperté al instante.
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