Tú y yo nos encontrábamos sobre una roca grande y alta, a orillas del agua. Era de noche, el agua destellaba el cielo y el paisaje eran siluetas negras.
De pronto saltamos al agua, y nadamos en esas profundas aguas negras. Y vimos cosas raras, diferentes, fuera de lugar.
Sobresalían unos palos por el borde del agua y supimos que alguien desordenó el orden natural de las cosas. Había en el agua cosas que no pertenecían al agua y cosas a nuestro alrededor que habían sido modificadas sin combinar sentido ni leyes físicas.
Un libro antiguo sobre los orígenes del mundo tenia escrita una frase que en ese entonces alguien pronunció sobre nosotros, sobre el agua, con una gran voz:
“Es absolutamente necesario que las cosas permanezcan en su lugar/estado natural”.
Y supimos que habíamos sido nosotros quienes las habíamos cambiado.
Desperté.
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