Cada noche veía al hombre misterioso que salía a mojarse a la lluvia del invierno con su largo traje negro impermeable, sus botas y un paraguas sin abrir y una capucha que escondía su rostro. Parecía encantarle la lluvia pero no cedía a mojarse. Una vez lo seguí y me di cuenta que sus paseos en este clima frio invernal era lo que le apasionaba. Regresaba de madrugada a su departamento y dormía todo el día. Al ponerse el sol se levantaba y regresaba a su vida nocturna. Vivía al lado mío. Como sabía que estaba todo el día durmiendo aprovechaba ir a su balcón para disfrutar el último rayo de sol en la tarde que se posaba allí. Hasta que me di cuenta que desde su casa alguien me observaba. Un rayo de sol que penetraba por la ventana de su puerta reveló su figura. ¿Le molestaba que me sentara a leer en su balcón? ¿Por qué me observaba escondido?
Aquel hombre comenzó a convertirse en mi guardián cada vez que regresaba tarde a casa. Una vez me quedé sin dinero para la locomoción de regreso a mi casa. Sentada en la parada de buses sentía como el frío penetraba en mis huesos y la humedad de mis ropas me congelaba aún más. Llovía mucho como para regresar caminando. Cada vez se hacía más tarde y yo entumecida sentada allí... hasta que apareció él. Se paró a mi lado, extendió el brazo y me dió su paraguas. Se sacó los guantes y me dio su cálida mano. Me acompañó hasta nuestro edificio y se despidió con una sonrisa. No pude ver sus ojos ni los demás rasgos de su cara. Yo entré a mi casa y el regresó a su paseo nocturno en la lluvia.
2 comentarios:
Me encanta los paseos en la lluvia *-*
Bonita historia y junto con el fondo musical te relajas aun más.
Publicar un comentario