Afuera llovía sin piedad sobre aquel viejo
pueblo. El viento golpeaba contra los tejados acompañado de truenos y
relámpagos.
Una mano golpeó tímidamente mi puerta. La
abrí y detrás de ella aparecieron unos ojos tristes sin esperanza alguna.
-“Quiero saber el secreto de la vida, ¿quieres
somos? ¿Adónde vamos? ¿Por qué vivimos? ¿Qué hay luego de morir?” Susurraba sus
lamentos cada vez más despacio, como si fuera a ahogarse.
Lo invité a pasar con un leve movimiento
de manos.
-“Todas tus dudas te serán resueltas si
decides entrar. Solo debes elegirlo, decidirte.”
Dudó un momento, al parecer estaba
decidiendo los pros y los contras.
-“De todas formas no tienes nada que
perder.” Agregué.
Eso pareció convencerle. Alzó sus ojos y
me observó. Me alzó su brazo, le cogí la mano entrándolo en mi casa. Cerré la
puerta lanzando una última mirada hacia la oscura noche.
Ya adentro se unió a la gran fiesta,
calidez y alegría rodeaban su corazón y olvidó todos sus problemas y lamentos
que algún día había tenido durante su vida. Con una sonrisa en sus labios me di
cuenta que estaba satisfecho, y todas las dudas que había tenido en ese momento
ya no fueron un dilema.
1 comentario:
volvé a publicar la novela!
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