18 de junio de 2012

Arenkes (5)

Capítulo V



Todo ha vuelto a la normalidad. Rutina normal, personas normales, actividades normales. El fin de semana ha sido como un sueño para mí. Una escapada de la vida real a un mundo mágico de fantasía.
En la universidad había tenido examen y me ha ido satisfactoriamente bien. Tenía que aprovechar la noche para estudiar ahora que ya no necesitaba tantas horas de sueño.

Esperé hasta tarde acostada mirando televisión esperando a Kai. Pero él no apareció. Tenía tantos deseos de salir a volar, sentir el viento en mi rostro y dejar que las alas me hicieran avanzar.
Finalmente me levanté y decidí salir sola. Si él no iba a llegar no me quería perder una noche sin dar una vuelta.
Aquella noche era tranquila y no hacía frío. Me vestí con algo liviano y salí de mi casa. ¡Hoy va a ser una noche genial sin los gruñidos de Kai! Pensé y sonreí al recordarlo.

Abrí mis alas negras y me lancé a los aires. Ésta noche no iba a volar en dirección al mar ni al centro. Ésta vez iba a ir hacia el otro lado, en dirección a la ciudad de Valparaíso. Viña del Mar y Valparaíso son dos ciudades que al agrandarse se juntaron y ahora parecen una sola. Pero la diferencia cultural, económica y social entre las dos es bastante grande.

Volé lentamente hacia el cerro. Disfruté cada aleteo y me sentí simplemente feliz. Allá arriba había un edificio alto así que decidí parar sobre él y así tener una hermosa vista de las dos ciudades de noche.
Realmente era una vista fantástica. Distinguía los barcos iluminados en el horizonte, a mi izquierda Valparaíso y sus cerros, a mi derecha Viña del Mar que se extendía por toda la costa.

De pronto sentí que alguien me observaba desde un balcón del edificio. Guardé las alas asustada, por si llegaba a verme con ellas. Pero presentí que lo había hecho demasiado tarde. Escuché a esa persona gritándome que bajara apuntándome con el dedo.

Lo que sucedió a continuación fue tan rápido que todo a mí alrededor lo recuerdo como sombras que se movían. Instintivamente abrí las alas para escapar pero al hacerlo sentí que me lanzaron algo que se enredó en ellas. Dificultosamente intenté aletear pero cada vez que las movía la pita se enredaba más y más en mis plumas. Ya estaba en el aire así que debía descender, fue tan complicado aletear que al fin caí con todo mi peso al suelo. No me había pasado nada grave. Ya en el suelo intenté liberarme de lo que me ataba. Pero no me di cuenta que alguien se acercó a mí por mi espalda, se abalanzó hacia mí y me botó nuevamente al suelo.
Sentí un dolor agudo en el lado derecho de mi cintura, una aguja se había enterrado en mis costillas.

En ese momento sentí que todo mi cuerpo se relajaba y todo alrededor se volvía más y más borroso ante mi vista. Vi las figuras borrosas de personas que corrían a mí alrededor. Mis brazos y piernas dejaron de moverse y se tranquilizaron. Finalmente me sumergí en un profundo sueño.
Pero no perdí la conciencia. Pude sentir todo lo que pasaba a mí alrededor. Oí unas voces de hombres gritando y peleando.
Entre los gritos sentí  la voz de Kai peleando contra otro hombre. Después ya no las oí. Todo estaba en silencio.
Sentí a Kai acercarse a mí, apoyarse sobre mi cuerpo verificando si me encontraba bien. Sentí como testeaba mi cintura en busca de algo. Luego levantó mis brazos y me acarició las manos. Las puso sobre sus cálidas mejillas. Imagino que las debía tener muy frías. Presionó sus mejillas con las mías. Después me abrazó. Tomó mi cuerpo y lo levantó, lo apretó contra el suyo y emprendió vuelo.
Luego perdí la conciencia.



* * *


Desperté temprano en mi casa y en mi cama. Lo había hecho antes que sonara el despertador. Enseguida me acordé de lo sucedido durante la noche y me levanté. Busqué a Kai por todas partes llamándolo. No había nadie. Tenía puesta la misma blusa que la noche anterior cuando me recosté a ver televisión. ¿Todo había sido un sueño? ¡Todo había sido tan real! ¡Qué pesadilla!

Comencé a recordar toda la pesadilla. Las alas enredadas con un hilo extraño… La caída al suelo… la aguja enterrada en mis costillas… las caricias de Kai… ¿Las caricias de Kai? ¿Por qué soñé eso? No sabía que tenía tanta imaginación, pesé.
¡Espera! ¡La aguja! Recordé. Pasé mi mano izquierda sobre mi cintura revisando si había algo allí. Me levanté la blusa y lo vi. Un pequeño punto rojo sobre las costillas. Lo apreté y recordé el dolor de la noche anterior. ¡Todo había sido real! ¡No fue un sueño!

¿Quién era la persona que me enredó las alas? ¿Por qué me enterró algo en las costillas? ¿Por qué estaba Kai presente? ¿Por qué las caricias? Y lo más extraño de todo  ¿Por qué trató de hacerme creer que todo fue un sueño? No estaba presente en la mañana… y me colocó la blusa de la noche anterior. Abrí mis alas y noté que estaban en perfecto estado, ninguna pluma rota, ¡no había rastro del hilo! Y el punto rojo en mis costillas era apenas visible.
¿Qué había sucedido? Por algún motivo Kai quiso ocultar lo sucedido haciéndome creer que había sido una simple pesadilla. Debió haberse quedado conmigo para darme las explicaciones.

Miles de preguntas me atormentaban. Quería saber qué era lo que había sucedido. ¿Era mucho pedir? Kai… cuéntamelo todo.

Fui a clases en la mañana y regresé a mi casa al mediodía. Almorcé y esperé. Luego supuse que Kai no iba a aparecer. ¡Era yo quien debía ir a su casa! Por suerte ahora sabía dónde vivía.
Me vestí  y salí de mi casa. Tomé el metro, ya que una estación quedaba cerca de su edificio.

Al llegar pude apreciar a la luz del día el antiguo edificio. ¿Quién pensaría que por dentro es totalmente diferente?  El escondite ideal para arenkes de gusto refinado, sonreí. Caminé rumbo a la entrada.

Dentro había una persona en recepción. Al parecer no me iba a dejar subir si lo le decía donde quería ir.
-“Voy a visitar a Kai.” Le dije. ¡Ooops, no me acordé que no me sabía su nombre real! “Un joven que vive en el piso 20.” Y lo describí físicamente. “Siempre está con una mujer de cabello muy largo y rubio.” Agregué. El recepcionista sonrió y asintió. Había comprendido de quien se trataba.
Subí el ascensor. ¡Por lo menos había ascensor en ese edificio tan antiguo! No era un elevador moderno, pero funcionaba.

Llegué a un pequeño pasillo que conducía hacia una puerta. Toqué el timbre. Me abrió una hermosa mujer que ya conocía.
-“Hola Aisha. Debo hablar con Kai.”
-“No está por el momento, regresará luego. Pero espéralo dentro. No demorará.”
Entré a su hermosa casa. Me condujo a la sala de estar donde tenía prendida la calefacción. Allí había grandes ventanales donde se podía apreciar parte del centro de la ciudad. Aisha estaba preparando café.
-“¿Quieres tomar algo? Tengo té, hiervas, infusiones de  frutas, café y mi especialidad de hoy: capuccino.”
-“Tomaré el capuccino.” Era fantástico, tenía mucha crema y estaba delicioso. ¡El mejor capuccino vienés que he probado en mi vida! Aisha realmente sabía prepararlo.

-“Aisha… tuve una aventura anoche.” Comencé a contarle.
-“¿Con quién?”
-“No,” me reía, “no me refiero  a eso. Tuve una aventura al volar hacia Valparaíso.”
Supuse que ya se había enterado de la noticia pero decidí contársela. Ella por supuesto ya lo sabía. Kai debió habérselo contado.
Cuando le describí el momento en que alguien me lanzó algo que se enredó en mis alas se puso muy seria.
-“Eso fue algo muy arriesgado…” dijo.
-“¿Por qué Kai no me explicó nada?”
-“Tal vez consideró que no era hora para que supieras todo lo que significa ser arenke.”
-“¿A qué te refieres?”

En ese momento alguien tocó a la puerta. Era Kai. ¡Por fin regresó! Ella fue a abrirle. Lo saludó, luego no escuché nada. ¿Susurraban?
Aisha regresó a mi sonriendo.
-“Los dejaré solos para que hablen tranquilamente. Estaré abajo en mi departamento.” Dijo y se fue.
La puerta se cerró. Kai apareció en el umbral de la puerta de la sala de estar. Me observaba serio.

-“Necesito una explicación…” Comencé.
-“Lo sé.” Me contestó.
Silencio.

Me observaba. Esperaba que le preguntara algo, pero no sabía qué preguntarle exactamente. Quería saber muchas cosas. No sabía por dónde empezar.
-“¿Quién era…?”
-“¿La persona que intentó atraparte? Era un enemigo... de los arenkes.”
-“¿Qué? ¿Por qué no me contaste que los arenkes tenemos enemigos?”
-“Son cazadores de arenkes. ¡Por eso no queremos que nadie nos vea! A muchos humanos los les gusta la idea de que existimos. Por eso no debías volar sola.”
-“Tu solo me hablaste sobre no volar sobre avenidas principales… además ¿Qué hacías tu ahí en ese momento? ¿Cómo supiste donde estaba?”
-“Observando vi como salías de tu casa y te seguí.”
-“¿Por qué me observabas?
-“¡Para ver qué tontera se te ocurría hacer!” respondió enojado.

No supe que decir. Así que teníamos enemigos… y Kai me observaba… en fin. Me estuvieron cazando.
-“Silver estuvo toda la semana pasada luchando contra ellos.” Me contó. “Ellos nos tienden trampas y nos atacan, nosotros debemos saber defendernos. Hay que tener cuidado. No es simplemente volar y disfrutar hacerlo.”
-“¿Por qué no me contaste antes…?”
-“Estabas tan emocionada con lo de volar que no quise echarte a perder eso.”
Tenía razón. Estaba muy emocionada… pero ahora entendí que volar no era solo felicidad… tiene sus riesgos, como todo.

-“Te dormiste porque te clavaron un dardo tranquilizante.” Afirmó. Levanté la vista y le miré a los ojos. Recordaba todo lo que sucedió a continuación. ¿Me explicará eso? ¿Por qué fue de repente tan amable cuando antes no lo había sido conmigo? Si no lo hacía yo tampoco iba a tocar el tema. “Los cazadores siempre estarán en todas partes, hay muchos, pero nosotros somos más. De todas formas hay que tener cuidado. No quiero que te pase algo si sales a volar lejos sola.” Lo decía en serio.

Ya sabía todo lo que había sucedido la noche anterior. Kai me salvó… me llevó a mi casa, liberó mis alas, limpió la herida del dardo y me acostó. ¿Qué más podía pedir?


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1 comentario:

Anónimo dijo...

Genial el capitulo!!! ojala yo escribiera tan rapido como tu :D
Esperare el proximo ;)