Capítulo IV
Llovía con fuerza durante la noche. Cuando
noté que el frio entraba a mi habitación prendí la calefacción, puse una película
y me acosté. Al parecer Kai no se había acordado de mí. Tampoco me dijo cuándo
volveríamos a vernos. De todas formas yo estaba cómodamente acostada y afuera
hacía mucho frío.
En medio de mis sueños escuché como algo
golpeaba mi ventana. Di media vuelta y seguí durmiendo. No quería que nada
echara a perder aquel plácido momento. Al rato nuevamente algo golpeó mi
ventana, pero ésta vez con más fuerza. Me senté sobre la cama del susto y miré
hacia la pared. Corrí la cortina y abrí la ventana. Una ola de frío inundó mi
habitación y volví a taparme rápidamente. Sentí que alguien estaba
observándome. Cuando me descubrí la cabeza vi el rostro de Kai en mi ventana.
Estuve a punto de asustarme si no lo hubiera reconocido.
-“Levántate y déjame entrar.” Me ordenó.
¿Por qué quería entrar? Por mi se hubiera quedado afuera con la lluvia. Me
habría encantado cerrar la ventana, la cortina y volver a dormir. Pero si
hiciera eso seguramente se enojaría mucho.
Me levanté y abrí la puerta. Por suerte no
entró y solo que quedó allí para observarme y con un gesto invitándome a salir.
Moví la cabeza y crucé los brazos. “Hace frío” murmuré.
-“¿Crees que he venido hasta aquí para ver
que no tienes interés en volar? Yo también podría estar durmiendo. Pero no, te
vas a vestir y vas a venir con migo. Quiero llevarte a un sitio.”
¿Por qué tiene que decidir lo que debo
hacer en una noche fría y lluviosa? Cuando podría estar durmiendo en mi cama
calentita. Su expresión me obligaba a obedecer.
Me puse unas botas y un abrigo largo. Me enrollé
en una bufada gruesa y me puse guantes. Cuando estaba lista él me miró con
expresión burlesca como si me habría abrigado demasiado. ¡Si hacía frío!
-“Espero no te pese demasiado toda esa
ropa, ¡no quiero que te canses volando!” se reía de mí.
-“Si me canso tú me llevarás así que no me
preocupo.”
-“No volveré a hacer eso…” murmuró e hizo
una mueca.
Apenas salí de mi casa y cerré la puesta
de golpe abrí mis alas y volé en dirección al puente. Al pasar por allí lo
apunté con el dedo. Kai movió la cabeza explicando que su amigo ya no se
encontraba allí.
¿Hacia dónde me quería llevar?
Sobrevolamos el centro de Viña del Mar en dirección al norte.
Nuevamente hice un esfuerzo para volar lo
más rápido que pude pero ni se acercaba a la velocidad de Kai cuando escapamos
del barco.
Volar bajo la lluvia era simplemente
genial. Las gotas de agua golpeaban mi rostro y lo empapaban. Pero las alas no
se mojaban, y obvio ¡Eran plumas! No absorbían el agua. Cerré los ojos, dejé de
aletear y me dejé llevar con el viento.
¡Esto es lo mejor! Pensé. Ahora pude hacer
lo que hacían las aves al volar, aprendí como avanzar sin aletear.
Observé a Kai. Necesitaba su aprobación.
El asintió.
Llegamos a un edificio con aspecto
abandonado. El edificio era como una torre, alto y angosto.
Aterrizamos en el techo. Desde allí se
podía ver todo el centro de la ciudad y algo del mar.
-“Te traje aquí porque he organizado una
especie de reunión con unos amigos y conocidos a quienes quiero presentarte.
Son todos arenkes.”
-“¡Conoceré más arenkes, genial!”
-“See, genial… espero me agradezcas lo que
hago por ti.” Volvió a hacer su acostumbrada mueca.
Abrimos las alas y él me guió a través de
una puerta que había en un balcón. Entramos a una sala muy grande y alta con un
aspecto del siglo XX. Por dentro era totalmente diferente que por fuera. Era
muy acogedor.
Allí había varias personas que nos
saludaron amablemente. Kai me presentó a cada uno de ellos. Todos me dieron la
bienvenida. Eran muy distintos al malgeniado de Kai. ¿Por qué tuvo que tocarme
justo él como tutor?
Me sentí muy bien con el resto, pero no
sabía cómo actuar frente a un montón de arenkes experimentados.
En un momento entró Silver con una mujer joven
muy hermosa. Al verme se acercó a saludarme.
-“¿Cómo lo conoces?” preguntaba Kai
extrañado.
-“Con tanta prisa no tuve oportunidad de
contártelo.”
Silver sonrió y le contó la historia. Yo
asentí. Kai se había sorprendido, pero no dijo nada.
-“Ella es Aisha.” Me presentó a la mujer.
Ella tenía el cabello muy largo de un color rubio blanco. Parecía un hada.
Usaba un vestido blanco. Me la imaginaba con alas blancas. Le haría honor a su
belleza.
-“Así que tú eres nueva. Me alegro. ¿Te ha
tratado bien Kai? Espero te sientas acogida entre nosotros y aprendas todo lo
que debas saber. Puedo ayudarte en lo que necesites si Kai se vuelve muy
gruñón.” Me guiñó un ojo. Kai no cambió su expresión. Ella tenía una voz muy
dulce.
Luego él la tomó del brazo y la llevó
aparte. Silver me mostró la casa.
-“Aquí vive Kai. Todo este piso es suyo.
Pero él no habita en todas las salas, solo en algunas. Ésta sala está destinada
a las reuniones, para el consejo, u
ocasiones especiales que celebramos. Aisha es parte del consejo arenke.”
-“Así que ésta es la cueva de Kai… digo su
casa. ¡No sabía que existía un consejo arenke!”
-“Si, de alguna forma tenemos que
organizarnos. Kai también participa a veces. Si tienes algún problema te
ayudan. Aisha ahora me ayudó a encontrar un lugar donde vivir. Vivo en este
mismo edificio dos pisos más abajo.”
-“Silver… ¿nosotros somos humanos?”
-“Mmm… no. Los arenkes somos una especie
bastante parecida a los humanos, tenemos casi las mismas características. Pero
no podemos considerarnos parte de ellos porque tenemos alas.”
-“¿Entonces nunca fui humana?”
-“No. Un arenke nace de un hombre arenke y
de una mujer arenke. Basta con que uno de ellos sea arenke para que el hijo también
lo sea. Nuestros genes son dominantes. Pero como notarás, a pesar de eso somos
un pequeño porcentaje de la sociedad. Antes se permitía a un arenke encontrar
pareja humana y tener hijos. Ahora ya no se permite por el hecho de que
evitamos a toda costa que los humanos se enteren de nuestra existencia. Si se
llegaran a enterar habría un caos. El niño arenke nace como un ser humano y no
se distingue de los demás hasta que llega a cierta edad, mayormente después de
la adolescencia, cuando haya terminado de desarrollarse físicamente. Ahí
comienzan los síntomas, que tú ya conoces.”
-“¡Exacto!” dijo una voz detrás mío. Me di
vuelta, era Kai con Aisha a su lado. Su expresión de enojado había cambiado.
Ahora sonreía. ¿Era Aisha quién influía en él? No me extrañaría.
Aisha me tomó del brazo y me llevó a otra
sala.
-“Te mostraré donde vive Kai.” ¡Eso quería!
Estaba muy curiosa como se vería el lugar donde habitaba ese demente. ¿Sería
igual de extraño que su dueño?
Pero no. Me equivoqué. Su casa tenía un
aspecto muy agradable. Todo estaba ordenado y arreglado. Jamás pensaría encontrarme
con unas habitaciones tan bonitas en un edificio que parecía ser una ratonera.
Era engañoso. ¿Será apropósito la fachada de afuera?
Todo estaba arreglado al estilo de las
casas del siglo IX y XX. Pero todo modernizado y acogedor. ¡Simplemente genial!
¡Yo también quería vivir así!
La noche avanzó y la lluvia se calmaba
poco a poco. Algunos invitados se habían ido… volando. Yo no estaba
acostumbrada a permanecer hasta tan tarde y también decidí irme. Pero a pesar
de eso no sentía sueño. Kai y Aisha decidieron acompañarme. Al día siguiente
debía ir a la universidad. Comenzaba una nueva semana llena de exámenes agotadores.
Debía sobrevivir un par de semanas más y comenzarían las vacaciones de
invierno. Ya me alegraba pensar en ello.
Llegué a mi casa y me lancé a los brazos
de Morfeo. Mi paseo nocturno había terminado.
Kai y Aisha me despidieron con una
sonrisa. Moví la cabeza incrédula, ¡Definitivamente ella influye en él!
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