22 de junio de 2012

Arenkes (6)

Capítulo VI



Kai volaba en silencio junto a mí. ¿Por qué no me decía nada? Tal vez yo lo aburría… ¿O estaba pensando en Aisha?

Volábamos en dirección a Maitencillo. Era un hermoso balneario a 60 km de Viña del Mar hacia el norte. Por la distancia decidimos ir en bus que nos dejaba en un pueblo cercano. Decidimos volar lo que quedaba de distancia. Temprano en la mañana habíamos llegado a la playa. ¿El motivo?

-“Darcy… quiero llevarte a un lugar especial para mí. Allí es donde aprendí a volar hace siete años atrás.” Eso fue el día anterior. Al día siguiente nos levantamos temprano y tomamos el bus en dirección al norte.
Maitencillo era hermoso. La playa era de unos 6 km de largo y en invierno no había casi nadie en los hoteles y cabañas turísticas, eso nos beneficiaba, para que no nos vieran. Como una playa solitaria se extendía entre el acantilado bordeando el mar.
Fenomenal que Kai me llevara a un lugar así…

Al llegar allí nos paramos al borde de los acantilados y observamos el horizonte. Allí no había ningún barco, estaban todos lejos en Valparaíso. Solo el mar, las gaviotas y nosotros.
Kai extendió unas hermosas alas blancas y se lanzó hacia abajo. Yo hice lo mismo. No había visto sus alas en blanco y me sorprendió mucho verlas. Eran grandes y hermosas. Lástima que no las usaba más seguido, solo porque no combinaban “con su estilo”.
Solo murmuré “me gustan tus alas de ese color…” mientras volaba a su lado. No lo pude evitar.

Dimos varias vueltas volando de un lado a otro. Lo disfruté mucho. Luego nos sentamos en la arena y desayunamos lo que habíamos traído. Kai me contó cómo fue cuando aprendió a volar.
-“Tenía 18 años cuando sucedió. Comencé con los rasguños en la espalda. Y a pesar que las alas no son exactamente algo físico, si tiene que ver. Es difícil explicarlo, por un lado las puedes tocar e interfieren con el mundo físico, pero cuando se guardan se disuelven como si nunca hubiera existido.” ¡Con la ropa tampoco interferían!
-“¿Quién fue tu tutor?”
-“Mi madre lo fue. Ella también prefería las alas blancas. A ella le gustaba volar sobre el mar en un día soleado y en lugares como éste. Siempre me traía de pequeño y volaba conmigo en sus brazos.” Al parecer yo tenía los mismos gustos de su madre.
-“¿Por qué hablas en tiempo pasado de ella? ¿Le sucedió algo?”
-“Si… los cazadores de arenkes…”
-“Lo siento mucho…” ¿Qué habrá sucedido?
-“A partir de ahí comencé a volar solo de noche y no usar mis alas blancas. La oscuridad ha sido mi compañera desde hace unos cuatro años.”  Como un Dark, pensé y sonreí dentro de mí. Pero retiré rápidamente ese pensamiento. Debía tener más compasión con su historia.

-“Aisha es casi idéntica a ella.”
¡Ah! Ya veo por qué la quieres tanto…

Almorzamos sobre unas rocas que se encontraban en la orilla del mar. Las gaviotas salían espantadas al ver aves tan grandes. Me reía mucho con eso. ¿Qué pensaban ellas que éramos nosotros?
-“¿Podré seguirlas, alcanzarlas y atraparlas en el aire?”
-“No, pero yo sí.” Me molestaba Kai, “Eres muy lenta.”
-“¡¿Lo has hecho?!” Pregunté emocionada.
-“No, yo dejo en paz a los pobres animales.”  Eres un aguafiestas. ¬ ¬














Volábamos hasta el borde del acantilado y nos divertimos probando diferentes formas de hacerlo. Salí al mar hasta perder los detalles de la playa de vista y regresé emocionada. Kai se burlaba de mi forma de volar. Me explicaba cómo hacerlo bien y dejarme llevar por el viento sin esforzarme demasiado. Algunas veces sentía que caía. No tenía ganas de caer al mar y mojarme con todo puesto. Kai solo se reía. Yo trataba de ignorar eso.
-“¿Te imaginas un elefante con alas de mariposa? Así eres tú.” Se reía.
-“No me causa gracia. ¡Tú eres como un murciélago fúnebre que vive en un cementerio!”
-“Eso no es ofensivo. Además ¿Has visto murciélagos en cementerios?”
-“No, pero puede que tú sí. Podrías vivir allí.”
-“Yo vivo en un palacio.” ¡Sí! ¿Y qué? ¿Quieres que sienta envidia?
-“¿Y tú princesa?” ¡No debí haber preguntado eso!
-“Aún vive en su castillo.” ¿Ah sí? ¿Por qué será? Tal vez la espantas con tu forma de ser.
-“…espero que siga ahí.” Me tocó reírme a mí.
-“¿Por qué? ¿Estás celosa?”
-“¡Nooo!” ¿Cómo se te ocurre? Si quieres molestarme, hazlo con otra cosa.

-“¿Alguna vez has luchado contra cazadores de arenkes? Sin contar esa vez que…”
-“Si.” Respondió serio.
-“¿Me lo contarás?”
-“Hoy no.”
-“Eres muy reservado con tu vida.”
-“No tengo apuros de hacer o decir las cosas como otros. Todo tiene su tiempo y yo tengo paciencia. No me gusta alterar las cosas. Prefiero pensar bien antes de actuar.”
-“Pues no se nota que piensas cuando actúas.”
-“Yo tengo todo bajo control, todo planeado aunque no se note.” Murmuró entre dientes.
-“¿Tienes planeado ser cortante con migo cuando quiero saber algo de ti?”
-“Algún día sabrás todo lo que quieres saber… ¡Eres muy impaciente con todo!”

Y así se pasó la tarde. Era extraño que Kai no quisiera revelar su identidad. Casi no sabía nada de él. ¿Por qué ocultaba su vida? ¿Por qué con migo? Estaba segura que con los demás no era así. Si se lo preguntaba se enojaba. ¡No podía preguntarle nada! Odiaba que hiciera preguntas acerca de él. Debía encontrar una forma de crear más confianza hacia mí.

Descansamos estirados en la arena. Me gustaba observar a las gaviotas. ¡Tal vez podía aprender algo de ellas! Se veían tan livianas en el viento. Incluso Kai parecía no interferir con su peso en el aire, volaba maravillosamente atravesando el cielo realizando curvas perfectas y aterrizando suavemente en el suelo sin levantar un grano de arena y sin realizar ningún ruido. Lo admiraba. ¡Yo era tan torpe con eso!
El cielo se tiñó mezclando naranja y rosa. ¡Ideal para pintar! Kai estaba sentado a mi lado observando lo mismo que yo. ¿Le gustaba tanto como a mí?

-“¿Ahora me dirás a qué te dedicas realmente?” Le pregunté esperando entablar una simpática conversación.
-“No.” Afirmó. Y fue todo lo que dijo.
¿Qué le sucedía?
-“¿Por qué eres tan cortante?” Pregunté. Levantó la cabeza, me observó y no dijo nada. Con expresión de aburrido comenzó a dibujar unos garabatos en la arena.
Me levanté algo decepcionada y me saqué los zapatos para ir mojarme los pies. Ya me estaba yendo cuando respondió.
-“Es que no sé cómo hacer esto…” Dijo inseguro.
Di la vuelta y regresé más decepcionada mirándole.
-“¿No sabes cómo ser un buen tutor? ¡Pues no lo seas! ¡No te necesito! ¡Estoy harta de cómo te comportas con migo!” Le grité y me fui. Al mirar hacia atrás vi que él seguía sentado allí sin haberse movido. ¿Cómo puede ser tan patán? Ni siquiera le importa que esté enojada y no se molesta en seguirme y explicármelo.
Regresé por donde habíamos venido y seguí recorriendo la playa. Llegué a otra playa que no conocía. Había algunas rocas en el mar. Era muy pintoresco todo. ¡Qué ganas de vivir en un lugar así! La puesta de sol era hermosa. Faltaba poco para que se hundiera en el mar y desapareciera completamente.  En invierno oscurecía temprano. Seguí mi paseo sin mirar atrás. No quería que alguien como Kai me echara a perder un momento tan perfecto. ¡Parecía que le encantaba hacerlo! Quería disfrutar mis alas sin su pesimismo. ¿Es que no podían enviarme nadie más simpático que él? ¡Tenía que encontrarme precisamente con él habiendo un montón de arenkes de la misma ciudad!

El sol había desaparecido completamente y comenzó a soplar más viento. Las olas se hacían más grandes y la brisa se sentía más fría. Lejos los faroles habían encendido ya su luz alumbrando la carretera. No me importaba, no quería regresar. Quería estar sola un momento. Era increíble pero la actitud de Kai me afectaba de cierta manera… o yo era muy sensible.

Ya estaba lejos de los hoteles y las cabañas. Pero la playa se extendía eternamente. Me senté sobre una roca y dejé que las olas mojaran mis pies. Me crucé los brazos, tenía frio.

Una figura se hacía más y más grande al acercarse. Kai sobrevolaba el mar nuevamente con sus alas negras. Eso me recordó que el esplendor del día había acabado. La noche había caído sobre nosotros. ¿Cuándo volveré a ver tus alas blancas?
El me buscaba pero yo no quería que me encontrara. De nada me habría servido huir, porque había que regresar a casa. Finalmente me vio, se acercó y se sentó a mi lado en la roca. No dijo nada. Notó que sentía frio y abrió sus alas, las dobló y me cubrió con ellas. Sentí su calidez. ¿Eso era un abrazo? ¿Su forma de disculparse? No pregunté. Me sentía bien así, no quería arruinar el momento como ya hice antes. Por un lado Kai me decepcionaba con su actitud. Pero por otro lado me agradaba su cercanía.
Estuvimos allí sentados cada uno mirando hacia otra parte y sin decir palabra alguna.

-“Hay que regresar a tomar el bus.” Rompió el silencio, “Acabo de acordarme que dejan de pasar a cierta hora.”
Había que partir. Caminamos hacia la carretera y nos sentamos a esperar.

Esperamos mucho tiempo pero el bus no quería pasar. ¿Ya había pasado el último? Kai estaba algo preocupado por ello. Pero por más que esperábamos con frio comprendimos que habíamos dejado pasar el último.
-“Además aquí casi no han pasado vehículos. A estas horas ya no pasarán, estamos en temporada baja. Fue mala idea que te fueras a pasear sola.”
-“Nuevamente soy yo la culpable…”
-“¿Cómo piensas volver? No serías capaz de volar hasta Viña del Mar.” Me irritaba. No tenía ganas de pelear así que abrí mis alas, me cubrí y cerré los ojos.

-“Yo no tengo problemas en dormir por ahí, pero es por ti, no estás acostumbrada a esto y no quiero incomodarte.”
Ahora sí estaba curiosa.
-“¿Dónde dormirías?”
-“Yo podría dormir entre arbustos o en cualquier parte donde me cubra la hierba y no sea visto.”
-“Quiero experimentar eso, una noche en la intemperie.”
Kai me observó pensativamente. ¿Qué estaba mal? Si él podía hacerlo, yo también. Me acordé de Silver cuando dormía escondido bajo el puente. Tenía que aprovechar al máximo mis atributos de arenke.

Kai aceptó y me llevó hacia el bosque en los cerros. Allí crecían muchos pinos y eucaliptus. No andábamos con linternas, así que tuvimos que adivinar donde pisar. Nos acostamos bajo un árbol donde había muchas hojas secas. Me acomodé lo mejor que pude. Kai se acomodó a mi lado y me pidió que sacara mis alas. Las tomó arreglándolas de tal forma que me tapaban completamente. Fue una sensación extraña, no me habían tocado las alas antes (no recuerdo cuando me las desenredó del hilo esa vez). Eran más pequeñas que las suyas pero eso no importó, ya que se acercó y con sus enormes alas nos cubrió a ambos.  Se preocupó que yo no pasara frio.
Me dormí rápidamente satisfecha con el montón de plumas que me cubrían. Eran muy suaves y cómodas. Durante el sueño sentí como Kai acomodaba nuevamente mis alas y las suyas. Pude sentir como sus dedos se enredaba en mi cabello. Me pareció que acariciaba mis mejillas con sus cálidos dedos… pero ¿Por qué lo hacía?
Mis sueños se mezclaban en formas y figuras sin sentido no diferenciando el mundo real con el onírico.

Temprano en la mañana nos levantamos, sacudimos las hojas que se nos habían pegado y caminamos hacia la carretera a esperar el bus hacia Viña del Mar.



2 comentarios:

Bianca dijo...

HEEEY SUBÍ NUEVOS CAPÍTULOS PORFA!

Anónimo dijo...

Que bueno que esta!!! como siempre esperare el siguiente cap.
Esta historia tiene para rato!!!