La Vida de Sky Cryster - Capítulo IV
Hay un tema que he mencionado en una o dos palabras anteriormente, el cual me parece adecuado aclarar. Pero no sé cómo hacerlo para caerle bien a todos… no, no será posible. No se trata de caerles bien, se trata de que no me tomen por loco.
Hubo un tiempo en que sentí una reacción natural que libera endorfinas y produce gran satisfacción. Hay personas que lo llaman amor.
Ella era… pues ya casi no la recuerdo. Después de tanto tiempo me pregunto si alguna vez fue real o solo un producto de mi imaginación.
La conocí un día en una ciudad argentina de cuyo nombre no quiero acordarme. Recuerdo que la veía pasear con un paraguas por las calles invernales mientras llovía a cántaros. No recuerdo haber distinguido lo mojada que estaba, pero al parecer la lluvia le había bajado el ánimo.
Yo estaba sentado en una cafetería con vidrieras grandes observando la gente al pasar por fuera. Algunos corriendo, otros caminando de prisa, y otros huyendo como locos del agua. Pero ella no hacía ninguna de las anteriores. Solo caminaba tranquilamente con su abrigo ajustado y su paraguas alzado, como vencida por la lluvia. Paseaba entre la masa de gente alocada con expresión resignada. Yo la observaba atentamente desde la cafetería, totalmente seco, cómodo y disfrutando del calor de adentro. En esos momentos ella deseaba estar en mi situación.
Y entonces me vio. …y salió el sol. Bueno, no, pero eso sentí. Tal vez pasaron solo segundos, pero en cámara lenta recibí su mirada por un instante. Luego ella la retiró, pero no continuó su camino. Se detuvo ante la cafetería observándome de reojo decidiendo si entrar o no. Yo sentí la urgente necesidad de incitar al destino y obligarlo a unir su camino con el mío. Entonces ella abrió la puerta de la cafetería y se quedó allí cerrando el paraguas, sacudiéndolo antes, quitándose los guantes, abriéndose el abrigo por el calor de dentro. Y no pude contenerme. Fui hasta ella y la invité a un café y unas galletas que habían sido preparadas recientemente y aún estaban calientes. Ella aceptó mi invitación. Así fue como la conocí.
-“¿Qué pasó después?” Me preguntó mi amigo Iván.
-“¿Es necesario arruinar mi hermoso relato?”
-“Si, tengo curiosidad.” Insistió éste.
-“La curiosidad mató al gato.”
-“Entonces ya estarías muerto. Pero yo aún te veo aquí en frente, puedo tocarte y saber que estás vivo.”
-“Si, sobreviví. Esa es la palabra adecuada.”
-“Bueno, ¿Y me vas a decir qué fue lo que sucedió?”
-“Resultó una hermosa amistad entre los dos. Ella me cautivaba cada vez al verla. La quería demasiado como para arruinar la inmensa surte que tuve al habérmela encontrado. Éramos iguales en muchos aspectos. Y lo más genial de todo era que pertenecíamos a la misma comunidad. Solo que ella tampoco había leído jamás ni mi carta de presentación, ni mi descripción en mi perfil de red social.”
-“¿Y eso fue todo?”
-“No…”
-“…”
-“¿Sabías que tu mente te puede engañar?”
-“¿Cómo es eso?”
-“Tu mente te puede hacer creer cosas que no son. Por ejemplo cuando ves algo que nunca estuvo allí. Cuando sientes algo solo porque tú mismo te convences de que te gusta pero en realidad no lo haces. Cuando quieres algo que en el fondo ni querías. Cuando te crees estar en una situación determinada y no tienes idea lo alejado que estás de esa posibilidad.”
-“¿Te sucedió eso?”
-“Si, ¿o crees que te estoy contando esto para cambiarte el tema?”
-“Es posible. Muchas veces me evades algunas preguntas?”
-“¿Qué? ¿Yo? ¿Cómo cuáles?”
-“Como la que acabas de hacer.” Dijo y me guiñó un ojo. Tuve que sonreír ya que no pude huir esta vez.
-“Pues, mi mente me había engañado. Mi mente me dijo que yo debía sentirme enamorado de ella. Mi mente me dijo que nunca antes había encontrado una persona que congeniara tanto conmigo como ella. Por eso yo debía enamorarme de ella.”
-“¿Y eso tiene algo de malo?”
-“En mi caso, ¡claro que sí! Para empezar no es bueno que tu mente exagere tus sentimientos por alguien. Reconozco que sentía mucho por ella esa vez y seguiré sintiendo hasta siempre, pero en unos niveles normales. Es un sentimiento noble de amistad hacia ella. Y no quiero que nada rompa esa preciosa amistad que tengo con ella.”
-“Sigo sin entender… ¿no te correspondía?”
-“Yo creo que si realmente hubiera estado enamorado de ella, lo habría hecho, sin dudas. Pero ella en ese tiempo tenía su propio dilema amoroso. Y resulta que era con otra mujer. Por eso sufrí mucho. Porque mi mente creyó haberse enamorado de alguien y luego me dijo que sufriera porque estaba con otra persona. Me costó tres meses de arduo trabajo, muchos nervios y depresiones superar aquella mentira mental.”
-“Oh, ¿Ella era lesbiana?”
-“No. Es birromántica. Solo románticamente.”
-“Entiendo. Es una de las nuestras entonces. ¿Y su novia? ¿También era asexual?”
-“Si. Pero esa relación no resultó. Y me sentí mucho mejor cuando lo supe, porque así no había nada más que pudiera engañarme y decirme que sufriera.”
-“Y ahí fue cuando tuviste oportunidad con ella…”
-“No,” sonreí, “En ese entonces ya había superado la mentira de mi mente. Siempre sé que la voy a querer mucho. Pero ella no es la adecuada para mí. Eso aún puede esperar. Esperaré lo que sea necesario para encontrar la persona correcta para mí. No forzaré el destino, no accederé a mentiras mentales y emociones exageradas. Esperaré con calma aquella que habrá de venir.”
-“Bueno, al menos es un final feliz.”
-“Si. Soy feliz pensando que aún está a mi lado. Nunca le conté lo sucedido y espero que nunca lo sepa. No es necesario que sepa que alguna vez sentí como si hubiese estado enamorado de ella, pero que solo fue algo de lo que me convenció mi mente, y apenas lo superé, volví a la normalidad.”
-“Hmmm. ¿Por casualidad la conozco?”
-“Tal vez…” Le sonreí con la segunda sonrisa más falsa que había hecho en mi vida. Luego me di vuelta y me fui. No quise saber su expresión, porque estaba seguro que él suponía de quien se trataba.