18 de enero de 2010

Sueños de Melodías

Salieron de un retiro. Un retiro del que tuvieron la oportunidad de conocerse a sí mismos y de poder ser consientes al menos una vez en sus vidas sobre su existencia, y todo lo que a esa existencia pertenece. Yo no fui. No quise desperdiciar casi dos semanas en un retiro en donde se medita las 27 horas al día, sin poder tener acceso a personas, dialogo, tecnología, comida de carne, pastillas, ropa ajustada, alcohol, música, tiempo a solas, tranquilidad solitaria, … y todo lo que te prohíben en un curso de meditación, técnicas antiguas de meditación de la India.

Como estuvieron diez días sin conexión con la civilización me fui a encontrar con ellos al haber terminado el curso. Les llevé un poco de música, instrumentos, alcohol, un teléfono y un PC portátil. Quise ver como reaccionaban ante estos objetos luego de tanta inspiración sublime separados de sus objetos cotidianos.

Los invité a quedarse en una playa solitaria, cerca de un antiguo fuerte. Éramos un pequeño grupo, la mayoría hombres. Encendimos una gran fogata en la arena, lo suficientemente grande como para que durase toda la noche, ya que no teníamos carpas y no estábamos preparados para pasar una noche en la intemperie. No estaba planeado, así que di la idea de que si quedáramos la noche despiertos en la playa no tendríamos la necesidad de buscar alojamiento y gastar dinero. Lo único que tenía era un vehículo, un furgón, con el cual yo había llegado a ese lugar. Pero de todas formas no habría entrado mucha gente como para dormir.

Saqué el teclado de su caja y comencé a tocar una melodía (debo agregar que los instrumentos eléctricos funcionaban enchufados a una batería extra). Alguien me acompañaba con una guitarra de vez en cuando, otros con voz. Fuimos revelando canciones que sabíamos tocar, y fuimos revelando épocas pasadas en las cuales pasábamos juntos conversando sobre la vida.

Tocamos una ensalada de melodías en una misma canción, tal y como lo define el power metal como subgénero. Los compositores fueron más variados, algunos más agresivos, otros más psicodélicos, cada vez con algo más suave, más tranquilo. Los dedos solo iban al ritmo del viento, la brisa, que susurraba entre las chispas y las llamas.
Tocaba “Walking In The Air” de Nigtwish, la versión instrumental, una versión que Tuomas Holopainen adaptó para su grupo, originalmente escrita por Howard Blake.
La música fue mezclándose con las llamas de fuego. Los oyentes se fueron adormeciendo, con los ojos mirando al fuego, cuando la música cambió de melodía a mitad de canción. Unas poco más lentas las notas, más bajas, más místicas. Luego más rápidas, más altas, más cortas.

Los ojos de los oyentes cada vez más agotados, más cerrados. Solo oían música, pero no veían nada. No podían comprobar si era realmente yo quien tocaba. Simplemente sentían notas y melodías corriendo por las venas. Muchos de ellos acostados en la arena alrededor del fuego, fueron perdiendo la conciencia de la realidad poco a poco. Hasta que el soplo de la vida les dejó de ser importante para el momento y todos se durmieron, distanciados de sus conciencias, sumergidos en las profundidades de los sueños.

Luego de un rato la música dejó de tocar. Mis dedos se quedaron tranquilos, acariciando la arena, sintiéndola fría entre las palmas. El teclado apagado a un lado de nuevo en su caja. Les miré las caras, estaban profundamente dormidos con expresiones de paz. Como el descanso luego de un día de trabajo. El mar no hacía ruido, no había olas. El fuego que al principio ardió agresivamente, estaba cansado, ondulando sus llamas hacia arriba, acariciando el aire puro del sur del mundo, agotándose poco a poco, muriendo de su esplendor. Todo estaba en silencio. Nadie se movía. Solo yo estaba despierta, consiente de todo.

Y así me quedo sentada, mirando hacia el infinito de la noche. .. Intentando descifrar que fue lo que acabo de hacer.


2 comentarios:

soy existo dijo...

la próxima vez anda, te aseguro de que no será tiempo perdido. percibir las cosas tal como son, y no perderse en el como nos gustaría que fueran (y así huir de la vida por las ramas de los miedos, la imaginación o el apego) es algo en lo que hay que detenerse. simplemente se trata de eso, no de contemplaciones sublimes, no de visualizaciones etereas, no de anestesiar la conciencia.

justamente porque quieres estar más conciente de todo esto aquí y ahora, más plena en tu ser, y sobre todo, más feliz, no perderás nada en probar. una experiencia nada fácil por cierto (nada fácil, y en momentos hasta dolorosa), pero es un tránsito que todos merecen.

que estés muy bien
:)

Anónimo dijo...

Me pareces un excelente blog, yo estoy tratando de crear el mío, solo que se me dificulta las entradas. TE FELICITO TIENES UN EXCELENTE TRABAJO